El arte digital es como cuando quieres hacer algo enorme con pequeñas cosas y de repente sabes cómo y no dudas ni por un instante en crear las formas, los colores, los movimientos y los sonidos. Y lo que piensas aparece y hasta lo puedes tocar. Y si la historia cambia puedes reinventarla. Y los sentidos se dejan seducir y la realidad imaginada no es una falacia porque está ahí y la ves, la sientes, y hasta el mundo parece más divertido y abarcable. El arte digital es tocar aquí o allí con mucha curiosidad y experimentar sin miedo, creando historias perfectas e infinitas para ilusionar, fascinar, acompañar y hacer felices a quienes se encuentran con ellas. Es una herramienta para la felicidad que va más allá de la estética, del tiempo y del espacio. Cuenta historias, subraya ideas, motiva acciones, rescata legados, reencuentra generaciones, genera compañía, rompe la soledad y el silencio, entreteje el pasado, el presente y el futuro a través de la innovación y la fantasía. El arte digital permite que lo manipulemos sin remordimientos y nos deja acercarnos a sus infinitas posibilidades para crear obras donde la ilusión es la protagonista. No tiene edad, vive apasionadamente todas las horas del tiempo. Es universal, es de todos y para todos. Se recrea en la belleza y no entiende de frustración ni atiende a expectativas. Fusiona historias imposibles que en la imaginación eclosionan en ese círculo soñado y perfecto. Se exhibe sin pudor, pero su mejor versión es siempre la secreta. Es impulsivo, aunque espera con calma su momento. Puede ser como un gran espectáculo clandestino que tienta y maravilla, que nos invita a caer en sus tentaciones, diferentes y apetecibles. Se rodea de vanidad, de expectación, de lo efímero e impredecible. Piensa en la técnica, pero se hará eterno con el estilo. Es deseable, ambiguo, indeciso, irreverente, incisivo, rebelde, a veces convincente y, casi siempre, pretendidamente frívolo. Puede aparecer en cualquier lugar y en cualquier momento, a través de sus diferentes versiones, formas y sonidos. Se deja tocar, escuchar, hacer y deshacer. Se mueve entre ritmos inimaginables y también se deja contemplar serenamente. Nos mantiene muy activos, en continuo aprendizaje, con la curiosidad de quien quiere descubrir siempre más y es que siempre hay algo más por descubrir. Podemos tantearlo, jugar con él, sumergirnos en sus capas, crear experiencias dinámicas, amables, que nos fascinen y nos unan, capaces de adaptarse a cada momento y a cada emoción. Nos permite soñar con formas dispares y colores infinitos. El arte digital puede ocupar grandes museos o estar sólo en nuestra imaginación. Puede extenderse sobre lienzos pensados para ser eternos o puede dibujar alegría en nuestra memoria cuando lo recordamos. Puede confundir, impactar, sorprender, emocionar pero, fundamentalmente, divierte. No pasa desapercibido ni tiene prejuicios porque siempre experimenta. El arte digital es maravillosamente útil para entusiasmar, para divertir, para crear momentos llenos de intensidad y de alegría, para convertir la felicidad en una moda que no pase de moda. Es arte en diferentes formas y en todas sus formas, en todas sus ideas y en cada una de sus mejores versiones.