DR. JOSÉ MARÍA BAYAS: “Es importante la información y la educación sanitaria sobre los beneficios y la seguridad de las vacunas”
“Un aspecto que interesa destacar muy especialmente de las vacunas, que, si es absolutamente privativo de las vacunas y no tiene ningún otro fármaco, es la inmunidad de grupo, la inmunidad colectiva.“
“El grado de seguridad, podríamos decir que es siempre abrumadoramente superior al daño que produce la enfermedad.”
“El distanciamiento de sectores de población de las vacunas es, paradójicamente, un efecto colateral del éxito de las vacunas en los últimos 50-70 años, es aquello de morir de éxito.”
“Es importante también vigilar las fuentes de bulos y de desinformación en prensa escrita, prensa digital, televisión, etc., para poder actuar en consecuencia.”

Entrevista de Houda Bakkali
El Dr. José María Bayas, es una de las voces más relevantes en medicina preventiva y epidemiología. Una figura destacada en el estudio de las vacunas y también en la divulgación del conocimiento médico. En este encuentro comparto su visión y criterio sobre el valor de la comunicación y la educación en materia de vacunas. También sobre los desafíos, los beneficios y riesgos de estos fármacos y su impacto en la salud pública y en la calidad de vida.
El Dr. Bayas ha sido Jefe de Servicio y Consultor Senior del Servicio de Medicina Preventiva y Epidemiologia y responsable del Centro de Vacunación de Adultos del e Hospital Clínic de Barcelona, así como profesor asociado de Salud Pública de la Universidad de Barcelona y Coordinador de la Unidad Docente de Medicina Preventiva y Salud Pública del Hospital Clínic de Barcelona. Ha investigado y publicado, fundamentalmente, en áreas de la vacunología en temas relativos a hepatitis A, hepatitis B, gripe, gripe aviar y pandémica, papiloma virus, herpes zóster, nuevas vías de administración y nuevos adyuvantes. Ha participado en más de 50 libros, guías y monografías y autor de más de un centenar de artículos en revistas científicas sobre diversos aspectos de la Medicina Preventiva y la Salud Pública y ha participado en más de 200 cursos y seminarios, así como en numerosas conferencias en el campo de su especialidad.
José María Bayas, pertenece a varias sociedades científicas y es miembro fundador de la Asociación Española de Vacunología (AEV), asociación de la que ha sido presidente durante 8 años. Ha formado parte de diversos comités de expertos en el ámbito de la vacunología en el ámbito nacional e internacional (Brighton Collaboration Anaphylaxis Working Group). También ha actuado como evaluador de la Agencia Nacional de Evaluación y Prospectiva (ANEP) y formó parte del Departamento Médico De GSK Vacunas España, como Vaccines Academy Head.
Explíquenos exactamente qué son las vacunas y cómo impactan en nuestro organismo.
Las vacunas son un preparado antigénico que introducido en el organismo induce a la aparición de una inmunidad adquirida activa de tipo humoral y de tipo celular, -así es en la mayor parte de vacunas-, de larga duración. Tiene que haber un riesgo mínimo y asumible de que aparezcan reacciones adversas de tipo local o general y esto es exigible a la totalidad de las vacunas. Es innegociable.
Una definición quizás más moderna, sí se me permite esta expresión, sustituye preparado antigénico por preparado biológico, porque algunas vacunas de desarrollo más reciente contienen material genético -lo cual no quiere decir que sean infecciosas de ninguna manera, por supuesto-, sería algo así como el manual de instrucciones para que sean las células del propio organismo las que elaboren estas proteínas que jugarán ese papel de antígeno con los resultados antes comentados.
¿Qué diferencia las vacunas de otros fármacos?
Las vacunas son fármacos, pero muy singulares, que se diferencian en muchas cosas de otros tipos de fármacos como un antibiótico o un fármaco para combatir la tensión arterial, por ejemplo, porque las vacunas no tienen una actuación directa sobre el organismo humano, sino que actúan a través del sistema inmune con el propósito antes indicado.
¿Tienen riesgos para la salud?
Cualquier actividad humana tiene algún tipo de riesgo, el riesgo cero no existe en prácticamente nada. Sólo los fármacos con actividad curativa o preventiva eficaz, es decir que tienen capacidad de curar o prevenir, tienen efectos secundarios que acompañan a estos efectos primarios que son el motivo de su empleo.
¿Suponen las vacunas la protección total frente a una enfermedad?, ¿en qué grado protegen y de qué depende este grado de protección?
Depende de la vacuna. Si hablamos de vacunas para prevenir una enfermedad que es producida por un único tipo de microorganismo, por ejemplo, el tétanos o el sarampión o la hepatitis A o B, la protección es prácticamente del 100% si la vacunación se ha realizado de manera correcta. Pero de algunos microorganismos existen muchos tipos, por ejemplo, neumococo, meningococo o virus gripales -que es indefinido, por los constantes procesos de mutación-, obviamente en estos casos la eficacia va a ser más limitada.
En las vacunas sistemáticas, las vacunas de calendario recomendadas a la mayoría de la población mundial, esta protección está por encima del 90-95%
La inmunidad de grupo, ¿en qué consiste?
Un aspecto que interesa destacar muy especialmente de las vacunas, que, si es absolutamente privativo de las vacunas y no tiene ningún otro fármaco, es la inmunidad de grupo, la inmunidad colectiva. Las vacunas, además de proteger al sujeto vacunado – si se consiguen ciertas coberturas, que depende de la enfermedad de la que estemos hablando,- también resultan protegidas aquellas personas que por cualquier motivo no fueron vacunadas. La explicación es que los microorganismos tendrán más dificultades para propagarse de unos sujetos a otros. Por tanto, la inmunidad de grupo o inmunidad colectiva es un beneficio añadido que tienen las vacunas. La vacuna del tétanos, enfermedad que no se transmite de persona a persona, sería una excepción. La vacuna del tétanos no confiere inmunidad de grupo.
¿De qué depende el éxito de la vacuna?
La capacidad de respuesta inmune del vacunado está limitada por las condiciones de competencia de su sistema inmune. Personas que tienen enfermedades neoplásicas, o que reciben tratamientos que deprimen el sistema inmune, van a conseguir respuestas, por ejemplo, frente a la gripe o la COVID u otras enfermedades, evidentemente más limitadas por esa situación inmune precaria previa a la vacunación.
Hace unos años me comentaba que “no hay fármacos más seguros que las vacunas”, ¿cómo están impactando los avances científicos a reforzar esta afirmación?
En los ensayos clínicos que se exigen para el desarrollo de una vacuna participan decenas de miles de sujetos, setenta mil, ochenta mil… Esto es así con las vacunas, pero no es un volumen tan grande el que se emplea para desarrollar otros fármacos. Muchos fármacos son autorizados con la participación en los ensayos clínicos de unos pocos miles de sujetos, incluso de unos pocos cientos. El dintel de seguridad para un fármaco para combatir una enfermedad grave, un cáncer, por ejemplo, obviamente es muy diferente al dintel de seguridad que vamos a exigir a una vacuna por razones que creo que son fáciles de entender. Esa alta exigencia de seguridad, la piden los organismos regulatorios que autorizan la comercialización de vacunas: la Agencia Europea del Medicamento (EMA), en el caso de Europa y organismos similares en otras áreas geográficas. Esta exigencia también procede de la propia comunidad científica, de las autoridades sanitarias que autorizarán o no el uso de esa vacuna y, evidentemente, de la propia población que no aceptaría fármacos si no tienen este alto nivel de seguridad.
Hay que pensar, además, que muchas vacunas se administran a la totalidad de la población mundial, como son las vacunas de calendario. La mayor parte de estas vacunas se van a administrar, por supuesto, a niños, a personas sanas, aunque también, sobre todo, muchas de las vacunas desarrolladas en los últimos años, se recomiendan en personas que no están sanas, con enfermedades de base y por ello en mayor riesgo de sufrir la enfermedad o sus complicaciones
¿Qué grados de seguridad se exige a una vacuna para su aprobación?
No hay una fórmula mágica. El grado de seguridad, podríamos decir que es siempre abrumadoramente superior al daño que produce la enfermedad.
¿Cómo han contribuido las vacunas a la salud individual y a la colectiva en los últimos 50 años?
El Programa Ampliado de Inmunizacion (EPI, Expanded Program of Immunization) de la Organización Mundial de la Salud (OMS) se inició en el año 1974, el objetivo de este programa fue conseguir que las vacunas llegaran realmente a la totalidad de la población mundial, porque en esta época, por ejemplo, en vacunas básicas como la DTP (Difteria, Tétanos, Tosferina), la cobertura mundial era del orden del 5%, -hablo de la totalidad del mundo-, esto, evidentemente, movió a los organismos internacionales para lanzar este programa ampliado de inmunización en 1974. Desde entonces, se estima que, gracias al EPI, se han evitado 154 millones de muertes, la mayor parte, del orden de 146 millones de niños por debajo de 5 años. Y de estos 146 millones, 94 millones serían muertes por de sarampión. La mortalidad infantil ha disminuido un 40% durante estos 50 años gracias a las vacunas. La tasa de mortalidad infantil (TMI) se define como el número de muertes de niños menores de 1 año por cada 1.000 nacidos vivos en un año. La TMI en 1974 en el mundo era de 92,2 por mil y en el 2024 se ha reducido a entre 25 y 37 por mil. Estos son datos de OMS-UNICEF.
La TMI en el África Subsahariana se ha reducido también de forma drástica, pero sigue siendo alta, porque estamos hablando de 45 por mil. Y, para que se tenga una idea, en la Unión Europea, es de 3,3 y en España de 2,63. Por tanto, son diferencias importantes.
La expectativa de vida que en 1964 era de 58,8 años, ha aumentado de forma considerable, siendo en el año 2024 de 73,3.
¿En qué consisten los protocolos en vacunación y por qué son importantes?
Los protocolos de vacunación son conjunto de directrices y normas de empleo de las vacunas para conseguir su uso más eficiente en diversos grupos de población. Pueden ser niños, pueden ser adultos, pueden ser diferentes subgrupos de población.
¿Quiénes elaboran estos protocolos de vacunación?
Organismos de muy diferente nivel. Organismos internacionales, la OMS, UNICEF, organismos regionales, por supuesto, las autoridades sanitarias de los diferentes países que recomiendan la vacunación en niños, en adultos o en personas en situación de riesgo. Por supuesto, las sociedades científicas, como la Asociación Española de Pediatría o la Asociación Española de Vacunología, centros de vacunación en la atención primaria o en la especializada, etc. Se definen así en estos protocolos tipos de vacuna, población objeto de esta vacunación y metodología concreta de administración y seguimiento de resultados. Estos protocolos se hacen en función de edad, en función de actividad laboral, en función de enfermedad de base, en función de viajes, etc.
¿A qué nos referimos con fatiga vacunal?
La fatiga vacunal se ha definido como desinterés, cansancio, rechazo de la población a la vacunación. Es un desinterés, un rechazo no activo, sino pasivo un poco por aburrimiento -si me permite la expresión- cuando se van recomendando vacunaciones reiteradas. Obviamente, cuando esto sucede afecta a población general pero afecta también, por ejemplo, al personal sanitario, lo cual conduce a una disminución de las coberturas con las consecuencias que todos imaginan. Por supuesto, también, es muy importante combatir en la medida de lo posible la desinformación fomentada por los grupos antivacunas. Además, tiene un gran interés desarrollar vacunas mejores, mejores en el sentido que sean de más fácil conservación, de más fácil transporte o de más fácil producción. En definitiva, superar barreras estructurales, barreras sociales y barreras científicas.
La homeopatía se presenta como alternativa a las vacunas, ¿qué supone su práctica?
Algunas mal llamadas medicinas alternativas como, por ejemplo, la homeopatía, no tienen efectos secundarios porque tampoco tiene efectos primarios. Es decir, no curan nada. Otra cosa es que se pueda dar una situación tremenda por este uso de la homeopatía si se abandonara o se dejara de lado el tratamiento médico convencional. Por tanto, siempre a la hora de plantear el uso de las vacunas o de cualquier otro fármaco, debemos tener muy en la cabeza el balance beneficio-riesgo, que en el caso de las vacunas está abrumadoramente a favor de los beneficios.
Las polémicas alrededor de las vacunas no son nuevas, ¿en qué momento estamos?
En el mundo de las vacunas están sucediendo cosas insólitas, muy preocupantes, terribles. Me estoy refiriendo al hecho de que en febrero de 2025 Robert F. Kennedy, es nombrado secretario de Salud de EEUU. Kennedy es un “acreditado” antivacunas que durante años ha sido un detractor muy activo de la vacuna del sarampión, y por supuesto, también de la vacuna del Virus del Papiloma Humano. Este señor ha sido nombrado secretario de Salud a pesar de que más de 75 premios Nobel pidieran sin éxito, al Senado de Estados Unidos que no confirmara a Robert Kennedy en esta responsabilidad. Recientemente Robert F. Kennedy ha destituido a los 17 miembros del comité científico sobre vacunas de Estados Unidos. Están por ver las consecuencias de este hecho insólito que además del daño en los EEUU, evidentemente, va a tener gran repercusión a nivel mundial. La composición del nuevo comité de 8 miembros nombrado no augura un buen futuro.
El mundo de los antivacunas se mueve en configuraciones mentales complejas, en contextos esotéricos y “conspiranoicos” (o conspirativos) que incluye, con frecuencia, componentes terraplanistas, negacionistas del cambio climático, seguidores de las llamadas “medicinas alternativas” (homeopatía, acupuntura, medicina herbal, terapias de mente y cuerpo, y otras). Ni son “medicinas”, ni son “alternativas”.
Analizar y comprender cómo se establecen y consolidan estas configuraciones mentales es urgente y muy complejo también. Requiere la participación de sociólogos, psicólogos, expertos en comunicación y muchos otros profesionales, además, obviamente, de la sociedad civil.
Antivacunas y otros negacionismos -otros negacionistas-, son muy activos y hacen amplio uso de las redes sociales, de gran utilidad en la expansión de todas estas “ideas”, vamos a llamarles “ideas”. “Ideas” que, evidentemente, carecen de toda base científica, pero resultan muy hábiles en el manejo de las emociones y en fomentar la sensación de rebelión contra “lo institucional”, herramienta poderosa en la consolidación de estos grupos.
El distanciamiento de sectores de población de las vacunas es, paradójicamente, un efecto colateral del éxito de las vacunas en los últimos 50-70 años, es aquello de morir de éxito. Se tiende a imputar a las vacunas cualquier problema de salud que simplemente está asociado en el tiempo a la vacunación. Pensando que “secuencia es consecuencia” (post hoc ergo propter hoc). Es un tipo de falacia, descrita hace tiempo, que asume que, si un acontecimiento sucede después de otro, el segundo es consecuencia del primero. Al tiempo que sucede este fenómeno, los inmensos beneficios de las vacunas son intangibles pasando desapercibidos para amplios sectores de población, precisamente, los que son más fácil presa de los movimientos antivacunas.
Las vacunas terapéuticas contra el cáncer tienen cada día más protagonismo, ¿en qué consisten?, ¿hacia dónde se dirigen los ensayos en este campo?
Las llamadas “vacunas terapéuticas contra el cáncer” actúan sobre un cáncer ya existente, estimulando la respuesta inmune frente a las células cancerosas. Estas células cancerosas contienes en su superficie elementos que actúan como antígenos, y precisamente las vacunas estarán enfocadas a atacar estos antígenos y a destruir estas células.
¿Se trata de vacunas personalizadas?
Son vacunas personalizadas, están hechas a medida para cada paciente. Serían eficaces para algunos tipos de cáncer, al menos por el momento.
Existen diferentes tipos de estas vacunas terapéuticas, basadas en células, basadas ADN, en ARN, proteínas, péptidos o vectores, etc., con diferentes mecanismos de acción. Realmente es un tema complejo.
¿En qué medida son ya parte del tratamiento oncológico?
El desarrollo y empleo de estas llamadas “vacunas” es todavía muy embrionario. Se emplean ya para algunos cánceres de próstata y melanomas, y en etapas de ensayos clínicos de tumores de mama, de pulmón y de colon.
La enfermedad de Chagas aún espera su vacuna, ¿cuáles son los avances en materia de vacunología, tanto preventiva como terapéutica?
Trypanosoma cruzi, es un parásito causante de la enfermedad de Chagas que afecta a diferentes áreas de Argentina, Bolivia, México y Brasil, fundamentalmente. Se trasmite, principalmente, por picadura de insectos vectores triatominos, que existen en estas áreas geográficas aunque también es posible la transmisión de la madre al hijo en el momento del parto y también por transfusiones o trasplantas, obviamente con sangre u órganos no controlados, incluso está descrita la vía alimentaria.
Actualmente, no hay aprobada ninguna vacuna ni preventiva ni terapéutica frente a la enfermedad de Chagas. Sí que hay estudios en vacunas avanzados, vacunas terapéuticas, que pretenden evitar las complicaciones cardiacas de la fase crónica de la enfermedad como el proyecto CRUZIVAX y otras vacunas, también terapéuticas basadas en ácidos nucleicos (ADN y ARN) que codifican una proteína sintética denominada Traspaína. Se estudian tanto como monoterapia, es decir, el uso sólo de esta vacuna terapéutica, como en combinación con un antiparasitario de uso muy común que es el benznidazol. Actualmente, por tanto, las estrategias de prevención se centran en el control de los vectores, mejorando la situación de las viviendas que sirven de nido a estos insectos vectores. En el cribado, por supuesto, de las donaciones de sangre y de las donaciones de órganos. Y, por supuesto, en el diagnóstico precoz del recién nacido de madres infectadas.
La COVID-19, ¿qué desafíos tenemos por delante para una inmunización global frente a esta enfermedad?
La vacunación frente a la COVID-19 empezó el 8 de diciembre de 2020. Entre el 8 de diciembre de 2020 y el 8 de diciembre de 2021, primer año de vacunación, se estima que las vacunas COVID-19 evitaron 14,4 millones de muertes en 185 países y territorios. Esta evaluación sería superior, de unos 20 millones cuando lo comparamos con el exceso de muertes que había habido en el año previo, que supone una estimación mejor de la verdadera magnitud de la pandemia y del impacto de la vacunación. Esto supone una reducción global de un 63% del total de muertes sólo durante este primer año de vacunación.
¿Cuántos tipos de coronavirus existen?
Conocemos 7 tipos de coronavirus que afectan a los humanos. Los 4 primeros causan catarro común, que es una enfermedad producida, además, por diferentes agentes como rinovirus, adenovirus, virus respiratorio sincitial (VRS), etc. En el año 2002 apareció en una región de china un coronavirus nuevo, el SARS-CoV, que tenía mucha más capacidad patógena, responsable del Síndrome Respiratorio Agudo Severo (SARS), que afectó, fundamentalmente, a zonas de Asia, pero también otros países fuera de la región, en total unos 30 países. Se registraron 8.400 casos y 800 muertes, esto supone una letalidad del 10%. Este virus circuló apenas 3 años: 2002, 2003 y 2004. En el año 2012 apareció el MERS-CoV, un nuevo coronavirus que infectó y produjo una grave enfermedad en camellos en zonas de Oriente Medio. En humanos fue el causante del Síndrome Respiratorio de Oriente Medio (MERS) Circuló tan solo un par de años produjo 2.500 casos, pero hubo 850 muertos, es decir, una letalidad altísima, de un 35%. Este coronavirus tampoco ha vuelto a dar señas de actividad. Y el tercer nuevo coronavirus es el SARS-CoV-2 que apareció a finales del año 2019 y que se extendió durante los años siguientes. El SARS-CoV-2 a diferencia de sus parientes cercanos ha venido para quedarse.
¿Cuáles son los desafíos para una inmunización global frente al SARS-CoV-2?
En cuanto a cuáles son los desafíos para una inmunización global frente a esta enfermedad, lo primero, obviamente es mejorar el acceso universal y equitativo a estas vacunas. Porque, aunque es cierto que se ha hecho una vacunación amplísima en todo el mundo ha habido desigualdades en cuanto a las coberturas conseguidas. Se creó, por esto, un fondo de acceso para las vacunas de nombre COVAX (Fondo de Acceso Global para Vacunas Covid-19), con el objetivo de conseguir una atención especial en los países de más bajos ingresos, justamente para mejorar las coberturas de vacunación.
El SARS-CoV-2 ha perdido poder patógeno gracias a la vacunación y gracias, obviamente, a la infección natural. Pero insisto en que ha venido para quedarse. Por ello es importante continuar la vigilancia de nuevas variantes porque habrá que ir adaptando las vacunas a los nuevos subtipos. Es preciso continuar desarrollando e implementando programas específicos de vacunación y de revacunación en personas de mayor riesgo de complicaciones. Este mayor riesgo está en función de la edad, de situaciones de inmunosupresión e inmunodepresión, embarazo, etc. Se trata de proteger a los grupos más sensibles por el motivo que sea.
Usted es uno de los mayores expertos en la vacuna del Virus del Papiloma Humano (VPH), un fármaco que busca reducir la infección del VPH y disminuir sus consecuencias más agresivas como el cáncer de cuello uterino, ¿en qué consiste exactamente este fármaco?
Se conocen unos 150 tipos de virus papiloma que producen diferentes patologías en varias especies animales. En la especie humana unos 12 tipos (16, 18 y otros) son causa de diferentes neoplasias; además de cáncer de cuello de útero (cérvix), los VPH oncogénicos son responsables de cáncer de vagina, vulva, ano, pene y orofaringe.
Otros tipos de VPH (6 y 11) originan verrugas anogenitales.
La infección persistente del tracto genital es condición necesaria, aunque no suficiente, para el desarrollo del cáncer de cérvix, porque para que se desarrolle la enfermedad deben de concurrir otros factores. Lo que está claro, es que si no hay virus no hay cáncer, por tanto, la vacunación supone un arma preventiva potentísima.
Las vacunas frente al VPH emplean las proteínas estructurales de la cápside -L1-, obtenidas mediante tecnología de recombinación genética a partir de la levadura del pan y de la cerveza, Saccharomyces cerevisiae, sería el nombre científico. Y también de baculovirus que son unos virus que infectan a una especie de polilla Trichoplusia ni, fundamentalmente.
Las proteínas recombinantes L1 obtenidas de este modo, tienen la propiedad de autoensamblarse dando lugar a unas partículas, las denominadas partículas VLPs (virus like particles) y estas partículas VLPs, que libres de ADN, son morfológica y antigénicamente similares al “auténtico” VPH de tal manera que -permítanme la expresión- engañan al sistema inmune.
¿Cuál es la eficacia y qué nivel de seguridad tienen estas vacunas?
La eficacia y seguridad de las vacunas frente al VPH, que, aunque ya fue constatada en los ensayos clínicos pivotales, los ensayos clínicos básicos que abrieron paso a la autorización de la vacuna han sido confirmados en “la vida real”, tras la administración de más de 270 millones de dosis en todo el mundo.
A nivel de investigación en vacunas del VPH, ¿en qué momento estamos?
La investigación actual se centra en aspectos como mejorar más las propias vacunas, incluir más tipos, estudiar mejor el papel de los adyuvantes para conseguir protección cruzada y hacer frente a tipos de virus no incluidos en la vacuna, desarrollar nuevas estrategias de vacunación y, por supuesto, ampliar la vacunación a grupos de población aún no protegidos, como son los varones, personas con mayor riesgo de infección o complicaciones, colectivos y áreas geográficas con menos recursos donde cuesta más conseguir la administración de altas coberturas de vacunación, etc.
Todo ello, en el contexto de mejorar la información a la población y a los propios profesionales de la salud sobre la importancia de la vacunación contra el VPH. Debemos trabajar a nivel de población en general, pero también para mejorar la cultura de los propios sanitarios que no trabajan directamente en vacunas sobre el interés de estos fármacos frente al VPH.
¿Cuándo se debe administrar esta vacuna?
Como vacunación sistemática, idealmente a los 11-12 años a niñas y niños, pero priorizando a las niñas si los recursos limitan o dificultan esta administración a personas de ambos sexos. La vacuna, de todas formas, está autorizada a partir de los 9 años.
Al menos 57 países, según ha recomendado la OMS en 2022, emplean ya una dosis única en la vacunación cuando se hace en esta franja de edad entre 9 y 14 años. A partir de los 15 o más años, 2 dosis separadas por un intervalo de 6 meses. O bien, 3 dosis las dos primeras separadas por un intervalo de 1 o 2 meses y la tercera 6 meses después.
¿Cuáles son los requisitos de vacunación contra el VPH en población no inmunocompetente?
Cuando se trata de vacunar a personas que no son inmunocompetentes, sea cual sea la edad del vacunado, hay que recurrir al esquema de las 3 dosis.
Por supuesto, en la medida de lo posible, se puede y se debe vacunar a adolescentes en programas de rescate de personas que, por cualquier motivo, no fueron vacunadas con anterioridad en su momento. Y también, por supuesto, a personas sexualmente activas y, por tanto, en riesgo exposición al VPH.
¿Por qué las recomendaciones de vacunación del VPH se iniciaron en niñas?
Las primeras recomendaciones y estrategias de vacunación fueron en niñas porque eran ellas las que soportarían la mayor carga de la enfermedad. Pero es muy importante destacar que la vacunación de niños, de adolescentes y de hombres, además de conseguir una protección directa del vacunado, tiene un efecto de provocar inmunidad de grupo porque de esta manera se reduce el riesgo de transmisión de estas personas a sus parejas sexuales, sean mujeres o sean hombres o sean ambos.
Una vez producida la lesión por VPH, ¿tienen efecto terapéutico?
No, son vacunas preventivas que no modifican el curso de una lesión prexistente.
El interés de la vacunación precoz en la infancia, antes del inicio de la actividad sexual se basa precisamente en este mayor potencial preventivo, es decir, cuando hay una garantía prácticamente absoluta de que no ha habido contacto con el virus. Y, además, de esta manera se logran respuestas óptimas y mucho más altas y, de este modo, se puede reducir el número de dosis necesarias.
¿Cuál es la eficacia real de la vacuna del VPH en mujeres?
La eficacia se mide en condiciones ideales, es lo que estudia y determinan los ensayos clínicos. La efectividad es en condiciones reales, es decir, cuando esta vacuna es comercializada y se aplica en la vida cotidiana, pues la efectividad se valora en estudios poblacionales en donde no siempre los intervalos entre dosis han sido del todo correctos y donde no siempre todas las personas están en condiciones óptimas para conseguir la mejor respuesta.
En mujeres de 9 a 26 años la eficacia frente a la infección, medida en ensayos clínicos está muy por encima del 95% y la eficacia en un 90-100% frente a lesiones precancerosas de alto grado (CIN2+) frente a tipos incluidos en la vacuna.
Estudios poblacionales realizados en Suecia, en Inglaterra encuentran una reducción de un 87% en el cáncer cervical en mujeres que fueron vacunadas antes de los 17 años.
En hombres una eficacia del 90% frente a verrugas genitales y una disminución del 75% frente a infecciones y lesiones precancerosas anales.
¿Qué estudios de referencia tenemos sobre la efectividad de la vacuna del VPH?
La efectividad se ha estudiado en diferentes países. Australia es un país muy modélico en este sentido porque Australia inició la vacunación en niñas en el año 2007 y en niños en 2013. Han desplegado, además, un programa muy ambicioso que incluía a toda la población entre 9 y 25 años, niñas y niños, mujeres y hombres. De esta manera, se ha encontrado una reducción de un 90% de verrugas genitales en mujeres jóvenes, una reducción de un 87% en infecciones por tipos incluidos en la vacuna, una disminución de un 47% de lesiones cervicales de alto grado (CIN2+) en menores de 20 años y una disminución de un 70% de cáncer cervical invasivo.
En Escocia se han encontrado reducciones también de un 89% en lesión cervical de alto grado, lesiones precancerosas CIN3 concretamente.
También es muy buena noticia, por supuesto, constatar que tras 10-12 años de vacunación contra el VPH se mantienen altos niveles de protección
La vacuna del VPH ha sido cuestionada en numerosas ocasiones y en muchos ámbitos, ¿a qué se debe este hecho?
Desde la vacuna de la viruela de Jenner en los albores del siglo XIX, siempre ha habido detractores de las vacunas. Y recordemos el persistente acoso contra la vacuna del sarampión en la estela del bulo del autismo desencadenado por Wakefield en 1998, que tanto daño ha provocado y continúa provocando ahora mismo, en Estados Unidos, sin ir más lejos.
Las teorías conspiranoicas y la difusión “pandémica”, porque esto sí que es pandémico, de bulos al socaire de las redes sociales, favorecen todos estos fenómenos. La desafección a la vacuna del VPH, y a otras vacunas, es complejo y es multifactorial. En 2007, cuando era incipiente el empleo de estas vacunas, en algunos países como en Estados Unidos, los detractores de la vacunación eran grupos ultracatólicos y aducían razones de tipo moral-religioso. Pensando que si se vacunaban las niñas eso iba a suponer una incitación a mantener relaciones sexuales desenfrenadas. Ya no era solo un riesgo sanitario, si no un riesgo moral-religioso.
En España, hablando de esta multifactorialidad de la desafección a las vacunas, un grupo de profesionales de la salud promovieron en 2007, 2008 y 2009 una moratoria de la vacunación frente al VPH, la motivación básica alegada era “que no se había demostrado que la vacunación previniera el cáncer de cérvix”, aunque también se adujeron problemas de seguridad y razones de coste-beneficio. Pero, por aquella época, sí que estaba ya demostrado que la vacuna prevenía la infección incidente, la infección persistente y las lesiones precancerosas. Etapas que son absolutamente imprescindibles en la historia natural de la enfermedad, en el camino hasta el cáncer. Lo sorprendente de este penoso episodio, es que entre los principales promotores de la moratoria se encontraban profesionales de la salud con alta cualificación académica en diversos aspectos de la salud pública, aunque con nula experiencia en la epidemiología, prevención y tratamiento de la infección por VPH.
¿A qué considera que se debió este rechazo a la evidencia científica de estos profesionales de la salud?
Sin que se puedan descartar motivaciones más complejas, al menos en algunos casos, hemos de pensar que tales planteamientos contrarios a los de la comunidad científica experta, -subrayando lo de experta-, deben moverse entre el desconocimiento profundo de la historia natural de la enfermedad y un lamentable afán de protagonismo.
Conseguir ampliar el uso de las vacunas (de todas) y combatir la desigualdad en este ámbito, ¿en qué momento estamos?, ¿qué retos globales tenemos por delante?
Antes hemos comentado los logros conseguidos en los últimos 50 años con las vacunas. Así como de la vacunación contra el COVID-19. Obviamente quedan muchas tareas pendientes. No menos de 20 millones de niños en el mundo no reciben cada año siquiera la vacunación básica de tres dosis de DTP (Difteria, Tétanos, Tosferina). La región de África representa la mitad de estos casos, seguida de Asia Sudoriental y del Mediterráneo Oriental. La vacunación frente a COVID, exitosa, ha incluido grandes diferencias entre regiones de la OMS.
En 2000 se creó GAVI. La Alianza Mundial para Vacunas y la Inmunización, GAVI es una sociedad pública y privada dedicada a potenciar el acceso a las vacunas de niños en países más pobres. Los objetivos de GAVI son aumentar el acceso equitativo a vacunas, proteger la salud infantil en países de bajos ingresos y fortalecer los sistemas de salud y la sostenibilidad de los programas de vacunación. Son miembros de GAVI la OMS, UNICEF, el Banco Mundial, diversas ONGs, fabricantes de vacunas que actúan como donantes ofreciendo precios reducidos, y diferentes gobiernos, unos 57 gobiernos del mundo son donantes de GAVI. Reino Unido, EEUU, Noruega serían los 3 principales. España es donante desde 2006.
En cuanto a donación, EEUU sería el tercer donante. Hay cierto temor de que esto cambie, porque recientemente el presidente Trump ha eliminado la Agencia de los Estados Unidos para el Desarrollo Internacional (USAID) que es una agencia que se encargaba de gestionar la asistencia económica y humanitaria en el mundo. De momento, EEUU no ha negado su participación en GAVI, pero hay preocupación porque pueda haber un cambio de timón en este sentido dadas las cosas tan extrañas que están pasando en este país.
También son donantes privados la Fundación Bill y Melinda Gates, que fueron uno de los fundadores y eran y siguen siendo uno de los mayores financiadores. Asimismo, interviene la Fundación Rockefeller, empresas farmacéuticas y tecnológicas.
Sobre los países beneficiarios, son 70 de renta baja o media-baja, principalmente en África y Asia. Esto se revisa periódicamente, puede haber ligeras variaciones a lo largo de los años.
En estos 25 años, GAVI ha contribuido de forma notable en la mejora en las coberturas de vacunación en el mundo, aunque quede, evidentemente, mucho trabajo por hacer. En 2020 se creó COVAX el Fondo de Acceso Global para Vacunas Covid-19, es una alianza impulsada por actores públicos y privados con el objetivo de garantizar el acceso equitativo a las vacunas. Participan en COVAX como donantes más de 190 países. La contribución de España ha sido especialmente notoria en este sentido porque estamos entre los 5 mayores donantes del mundo, habiendo aportado más de 50 millones de dosis COVID y más de 220 millones de euros en parte vía COVAX y en parte vía GAVI.
En materia de comunicación y divulgación, ¿qué nos recomendaría?, ¿cómo divulgar de manera eficaz y responsable?
En 2019 la OMS señaló lo que consideraba las 10 amenazas más importantes para la Salud Mundial. Entre ellas estaba (y sigue estando) el riesgo de una pandemia de gripe. Al menos 6 de estas amenazas hacían referencia a enfermedades transmisibles prevenibles o no, mediante vacunación. Lo que me interesa especialmente destacar dentro de esas 10 amenazas es lo que se denominó “renuencia a la vacunación” (vaccine hesitancy), que ha sido definida como la reticencia o negativa a vacunarse a pesar de disponerse de vacunas y de servicios de vacunación. La causa o causas de la renuencia a la vacunación son muchas, es un fenómeno multifactorial y, por tanto, el enfoque del problema también tiene que ser multifactorial. Algunos elementos de este enfoque son, por un lado, escuchar los motivos alegados por quienes se oponen a la vacunación, porque muchas veces no se trata de activos detractores, sino que tienen miedo a los efectos secundarios, miedos que pueden tener algún tipo de fundamento y a menudo ninguno. La idea de que las vacunas no son necesarias porque no conocen casos, no saben distinguir una enfermedad de otra, imputaciones de que son un negocio poco honesto por parte de fabricantes de vacunas, etc, etc.
Es importante también de identificar a los grupos promotores del rechazo a la vacunación y los motivos para ello. Debemos de tratar de emplear argumentos y mensajes sencillos, no concienzudas razones científicas ya que podrían perderse los destinatarios de estos mensajes en el curso de la explicación. Recurrir a anécdotas, a casos concretos. Y, quizás también, evitar portavoces que pudieran favorecer el rechazo de alguna manera. Es importante la información y la educación sanitaria sobre los beneficios y la seguridad de las vacunas que se puede y se debe desarrollar en muchos ámbitos como colegios, asociaciones de pacientes y, por supuesto, en las propias redes sociales. En definitiva, se trata de fomentar alianzas con la sociedad civil.
Es importante también vigilar las fuentes de bulos y de desinformación en prensa escrita, prensa digital, televisión, etc., para poder actuar en consecuencia.
También la formación continuada de personal sanitario. Tanto el que está directamente vinculado a vacunación como el que no, porque el posicionamiento del personal sanitario, evidentemente, va a ser muy útil a la hora de conseguir una mayor adhesión a la vacunación.
Por supuesto, facilitar el acceso a los puntos de vacunación en cuanto a horarios, citas, etc., facilitar las cosas. Y, por supuesto, dar siempre una información transparente y lo más temprana posible de aquellas señales de alerta, de aquellas noticias, ciertas o falsas, que pueden llegar a la población y que aludan a la seguridad y eficacia de las vacunas.
Dr. Bayas, ¿podríamos afirmar que las vacunas salvan vidas?
Es lo que hemos ido explicando a lo largo de este tiempo. Simplemente, acabar con una frase de Stanley Plotkin, seguramente el vacunólogo vivo más ilustre, se atribuye a él la afirmación de que “tras el agua potable, las vacunas son el avance que más ha contribuido a salvar vidas y a aumentar la esperanza de vida de la población”.