El arte debe ser un bien de valor universal. Llegar al público es la finalidad de mi obra. Que la gente pueda conocer las motivaciones de mi trabajo, las herramientas que uso, mi proceso creativo pero, sobre todo, que las pueda ver, tocar, oír y sumergirse en ellas. Los espacios públicos son los escenarios perfectos para compartir mis creaciones, ya que es una manera de acercar al público mi trabajo y mi proceso creativo de manera cercana, gratuita y abierta, la mejor manera de democratizar el arte es compartiéndolo. Trabajar con herramientas digitales me posibilita crear proyectos más sensoriales. De alguna manera, la tecnología humaniza mis lienzos.
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Creo pensando en el público, en cómo conectar con el espectador. Sea cual sea el tema de mi trabajo, busco siempre trasladarle una visión optimista, festiva, esperanzándola, incluso irónica y con cierto punto de frivolidad, que la imaginación vuele hacia la dolce vita y que haya lugar para el carpe diem. Me gusta crear obras sencillas de entender, busco la fuerza de la belleza, los colores intensos, el ritmo.
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El arte, en definitiva, es todo lo que podamos imaginar y más, también es espectáculo. A mi me gusta que mi obra tenga esa parte de espectáculo y espectacularidad, que sorprenda y que la gente lo pase bien mientras se acerca mi trabajo, que sientan curiosidad no sólo por la obra y sus motivaciones, también por el proceso creativo.
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Creo composiciones festivas buscando trasladar los mensajes a través de una visión amable, divertida y dinámica, que invite al público a conocerla desde dentro, a jugar con ella y a seguir su evolución a lo largo del tiempo.
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Me gusta darle al espectador no sólo todas las versiones de mis obras si no también la mejor versión de cada una de ellas. Creo en la utilidad del arte, y nada más util que divertir, compartir conocimiento, contar historias a través de una mirada esperanzadora y colorista, y hacer felices a quienes visitan mis exposiciones.